Uno de los aspectos más importantes que deberían tenerse en cuenta cuando queremos innovar es a quién perjudicará lo que vamos a desarrollar, porque se va a convertir en uno de nuestros más acérrimos enemigos. Especialmente si nuestra innovación le suponga la pérdida de su fuente de subsistencia.
Para ello describir mediante una de mis herramientas favoritas, la matriz 9V, cual es el ecosistema de todos los que creemos que pueden verse afectados de forma negativa con lo que estamos desarrollando nos debe permitir hacer un mapa de posibles conflictos y complementarlo con una evaluación de su probabilidad e incidencia. Es razonable pensar que en función del colectivo que se vea afectado las actuaciones serán de un tipo u otro, pero no podemos obviar que no podremos tener conflictos.
A lo largo de la historia de la innovación siempre ha habido los opositores a ésta porque afectaban a su fuente de subsistencia. Recordemos que la palabra ludita tiene su origen en el colectivo de afectados por la introducción de las innovaciones tecnológicas en el sector textil de la Inglaterra del siglo XIX, es decir, un grupo de opositores a la innovación tecnológica porque afectaba a su tradicional modo de vida.
Pero esta forma de oposición no es exclusiva de esa época o sector, se ha dado a lo largo del tiempo y hoy en día continua cuando llega al mercado una innovación que incide en cómo se ganan la vida un grupo de personas o empresas.
Ante el panorama que uno prevea cuando está en el proceso de innovador podemos escoger la opción de no hacer nada y esperar acontecimientos o prepararnos ante ellos. Pero también se puede hacer un análisis algo más elaborado en el que cuantifiquemos a lo que nos podemos enfrentar. Para ello podemos desarrollar un cuadro similar al que se utiliza para desarrollar lo que se conoce como AMFE (Análisis Modal de Fallos y Efectos); en el que en vez de definir los fallos definimos los que pueden venir afectados, y los efectos que sobre ellos se pueden producir.
Este cuadro nos determinará un valor numérico del riesgo que podemos tener de conflicto y su importancia. A partir de ello deberíamos definir estrategias de actuación frente a esos conflictos, es decir, desarrollar planes de contingencia y de crisis.
Dentro de estos planes nos podríamos plantear la posibilidad de convertir a los enemigos en aliados, pero para ello deberemos ser creativos en la forma de transformar los perjuicios en beneficios.
Si no prevemos quién puede ser nuestro enemigo podemos encontrar que estos, si tienen capacidad económica o influencia política, se dediquen a plantear pleitos en los tribunales o bien a presionar para modificar la legislación para impedir nuestro acceso al mercado.
Tal como escribió Valerio Maximo en “De dictis factisque memorabilibus”:
Scipio vero Africanus turpe esse aiebat in re militari dicere ‘non putaram,’ videlicet quia explorato et excusso consilio quae ferro aguntur administrari oportere arbitrabatur. summa ratione: inemendabilis est enim error qui violentiae Martis committitur. idem negabat aliter cum hoste confligi6 debere quam aut si occasio obvenisset aut necessitas incidisset. aeque prudenter: nam et prospere.
Si tal como exponía Escipión el Africano que es estúpido decir en la estrategia militar “no había pensado”, pues lo mismo podemos aplicar a la estrategia de la innovación.
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