Incluso para innovar es conveniente leer a los clásicos. Aunque la innovación está intrínsecamente relacionada con lo nuevo es en el pasado donde podemos encontrar elementos que nos ayudan a navegar por los mares del futuro. Uno de los pensadores en gestión empresarial más interesantes para leer y reflexionar sobre sus escritos es sin duda Peter F. Drucker.
De entre sus diferentes artículos el titulado “La disciplina de la innovación” es una fuente de ideas y conceptos a tener en cuenta por aquellos que desarrollamos actividades de innovación. En este artículo Drucker expone las fuentes de la innovación que son generadoras de oportunidades, por un lado expone las que suceden dentro de una empresa y por otro las que suceden fuera de la empresa.
Las oportunidades que pueden aparecer dentro de la empresa son:
• Los sucesos inesperados.
• Las incongruencias.
• Las necesidades del proceso.
• Los cambios en la industria y en el mercado.
Y las oportunidades que pueden aparecer fuera de la empresa son:
• Los cambios demográficos.
• Los cambios en la percepción.
• El nuevo conocimiento.
De entre todas ellas la que supone la fuente más importante de innovaciones disruptivas son… los “sucesos inesperados”.
Drucker asimismo plantea que tanto los éxitos inesperados como los fracasos inesperados son generadores de innovaciones, pero solo para aquellas empresas que entienden que tanto de los éxitos como de los fracasos se pueden aprender lecciones que ayuden a desarrollar nuevos productos y servicios, o darles nuevas oportunidades en ámbitos no previstos. Pero como expone Drucker hay muchas empresas que frente a estos hechos inesperados no los consideran importantes, o no los ven, e incluso los vilipendian.
Un ejemplo de “suceso inesperado” es el que dio pie a una solución radicalmente innovadora de catalizadores para purificar el aire. Tal como explicaba el autor de la innovación Ernest Mendoza, cofundador de la empresa Goldemar, el suceso inesperado se produce como consecuencia de olvidarse de guardar un experimento en la nevera un viernes por la tarde, y al regresar después del fin de semana se encontró con un resultado no previsto. Este caso, nos puede recordar el descubrimiento de la penicilina por parte de Alexander Fleming, que también encontró un suceso inesperado tras regresar de un mes de vacaciones.
Quizás debería sistematizarse como actividad para la innovación radical no seguir las reglas y procedimientos para que de esa forma “ocurra lo inesperado”, aunque evidentemente dentro de una adecuada gestión de riesgos porque si no seriamos capaces de dejar libres los “perros de la guerra”.
Un aspecto interesante, que habría que tener siempre presente, de esta fuente de oportunidades es el hecho de que se haga un uso inesperado de un producto o servicio, y que como consecuencia de ello se haga una crítica negativa de éste, e incluso que se pretenda prohibirlo. Esto sucede porque existen usuarios que van más allá de lo que el creador ha previsto para su obra y deciden por su cuenta experimentar en usos no previstos, darles nuevas aplicaciones o utilizarlos para solucionar sus problemas.
Un caso que podemos encontrar sobre usos imprevistos es el del uso del adhesivo cianocrilato, también conocido como “Super Glue”, como método de sutura de rápida de las heridas en combate.
En resumen, hemos de tener en cuenta que los sucesos inesperados pueden ser fuente de innovaciones y que además que no siempre los clientes usaran nuestros productos para aquello que nosotros habíamos pensado que servían. Y especialmente que no seguir los procedimientos puede llevarnos a innovar de una forma disruptiva.
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