Uno de los aspectos que va a tener más importancia cada vez más en el ámbito de la innovación es el que se refiere a su protección y defensa frente al espionaje de la competencia tanto nacional como extranjera.
Habitualmente los casos de espionaje industrial no llegan a la prensa porque existe una cierta prevención a decir que se ha sido objeto de intrusión ya que podría afectar a la imagen frente a clientes y proveedores, y ser considerada una empresa poco fiable. Pero esta visión debería ser reconsiderada por todos porque es una realidad que puede sucederle a cualquier empresa, e incluso a nivel privado, especialmente en los equipos informáticos y de telecomunicaciones que pueden sufrir ataques externos para recopilar información e incluso para provocar situaciones dañinas.
El espionaje puede darse en cualquier sector, pero especialmente en aquellos en los que las cantidades que se mueven son elevadas. Tal es el caso del sector de la agricultura en el que históricamente el espionaje pero particularmente la sustracción de semillas o de plantas ha sido una práctica habitual durante los siglos.
Recordemos p.ej. la sustracción y contrabando de las semillas de caucho llevada a cabo por el británico Henry Wickman en el siglo XIX que provocó que Brasil perdiera su monopolio de producción de caucho; o el caso del presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, que hizo contrabando de semillas de arroz italiano porque eran mejores en resistencia que las autóctonas de su país; o el también británico que, nuevamente en el siglo XIX, hizo contrabando de semillas y plantas de quina para que se pudieran cultivar en terrenos del Imperio Británico y proveer a sus tropas de la quinina.
Esta práctica de sustracción de semillas ha pervivido hasta hoy en día, y se da especialmente en lo que se refiere a los cultivos genéticamente modificados porque ello supone aumentar considerablemente la producción de productos destinados a la alimentación en zonas de alta demanda. Esta práctica está generando conflictos entre países por la importancia del monopolio que supone la propiedad de ese tipo de semillas. Y también es una práctica que se da entre empresas y frente a las que hoy en día las tecnologías de análisis bioquímico permiten actuar contra los culpables.
Como podemos deducir la importancia de la seguridad frente al espionaje agrícola es extrapolable a cualquier sector en el que tanto los elementos intangibles como el conocimiento o los resultados de las investigaciones así como elementos tangibles como componentes o aparatos completos son fuente de negocio por la exclusividad que supone su propiedad. Por ello es necesario que todas las empresas y organizaciones que se encuentren en estas circunstancias desarrollen unos sistemas y procedimientos de “protección de la innovación”.
Para ayudar a las empresas en este ámbito el Parlamento Europeo el pasado 14 de abril aprobó la Directiva de “Protección de los secretos comerciales contra su obtención, utilización y divulgación ilícitas”; esta Directiva entrará en vigor a los veinte días de su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea y los Estados miembros deberán transponerla a sus respectivas legislaciones en un plazo de 24 meses desde la fecha de adopción.