Uno de los principios que considero es más útil en la práctica de la innovación sistemática es el que se denomina FUNCIONALIDAD. La base de este principio se sustenta en considerar que “Todo sistema existe para realizar funciones útiles”, de la que se deriva un más que interesante corolario: “Cualquier componente de un sistema que no contribuye a la función útil es, en última instancia, perjudicial o dañino”.
Para la aplicación de este principio a la hora de innovar una de las metodologías más útiles es el “análisis funcional”. Con esta metodología lo que hacemos es describir con funciones todo lo que define el sistema sobre el que queremos innovar que permita que los miembros del equipo del proyecto puedan plantearse que soluciones pueden desarrollar para dar respuesta a esas funciones.
El análisis funcional que se podría denominar clásico lo que hace es describir sólo las funciones útiles del sistema. Este es un método que es útil cuando se empieza a trabajar con el análisis funcional porque permite a las personas que intervienen centrarse en aprender cómo se describen de forma funcional los requerimientos, los insights, o las especificaciones.
Por ejemplo, en un teléfono móvil las funciones útiles podrían ser: hacer y recibir llamadas de voz, enviar y recibir mensajes, consultar internet, hacer fotografías,…
Una evolución del análisis funcional que podríamos denominar “avanzado” consiste en describir también las funciones perjudiciales, dañinas o sin efecto aparente.
En el caso del teléfono móvil podríamos ser: consumir batería, emitir ondas electromagnéticas, provocar adicción,…
Podemos observar que en el “análisis funcional clásico” el abanico de soluciones que podemos desarrollar queda limitado a lo que el sistema realizará. Sin embargo cuando utilizamos el “análisis funcional avanzado” podemos incorporar soluciones innovadoras que eliminen los efectos indeseables como por ejemplo seria el hecho de disminuir el consumo de batería que realizan las aplicaciones, o utilizar sistemas alternativos de carga, o reducir las emisiones de radiación,…
A la hora de hacer el marketing de las innovaciones es habitual destacar las nuevas funciones útiles que se han desarrollado, pero también puede ser un argumento para la venta citar las funciones perjudiciales que se han incorporado. Ahora bien en este caso la explicación sobre las funciones mejoradas o eliminadas debería hacerse en forma positiva porque la percepción que tendría el cliente sería mejor.