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Si se pretende tener una Empresa Innovadora, uno de los mayores errores que pueden cometer el Departamento responsable de la formación es concebir unos cursos de innovación en los que el ponente lo que haga sea simplemente exponer contenidos.
Si lo que se pretende es que los empleados adquieran conocimientos y competencias que les permitan desarrollar su capacidad de innovación, entonces debería desarrollarse un plan de formación diferente. Habría que concebir un recorrido formativo basado en la práctica, en la experimentación, es decir, el “learning by doing”.
Y ¿cómo lo desarrollamos?
Lo primero es definir y promover, si aún no la tenemos, una Cultura Empresarial Innovadora que genere en los empleados una actitud proactiva hacia la innovación.
No obstante, promover una Cultura Innovadora es condición necesaria pero no suficiente; tenemos que estimular una innovación continua, para lo que podríamos adoptar las bases conceptuales de la “mejora continua” y entre ellas los denominados “círculos de calidad”.
Para ello sería conveniente crear en la empresa un sistema de “Círculos de Innovación”. Ahora bien, para evitar que este sistema fracase lo más adecuado es empezar con un solo círculo en el que se incorporen (de forma voluntaria) aquellos empleados que tengan inquietudes vocacionales sobre la innovación, sin importar a que departamento pertenecen o que titulación tienen.
Este Primer Círculo debe tener como uno de sus objetivos definir las metodologías y herramientas y procesos básicos que se deberán utilizar por parte de los diferentes “Círculos de Innovación” que se creen en posterioridad. Para ello se buscaran problemas y oportunidades para las que la empresa necesita ofrecer nuevas soluciones a sus clientes (internos o externos) que generen negocio.
Como que para desarrollar este proceso de “Innovación Sistemática” será necesario que los empleados aprendan y apliquen diversas metodologías y herramientas, la mejor opción es subcontratar expertos que enseñen y ayuden en su aplicación para que el grupo “aprenda haciendo”, y así también pueda resolver las dudas que se le presenten a la hora de aplicarlo.
Con el tiempo, los empleados del Primer Círculo harán de formadores de los otros empleados, bajo el prisma del esquema clásico de maestro-aprendiz, o bajo la visión “moderna” del Training within Industry.
Este Primer Círculo de Innovación, con el tiempo debería constituirse en una especie de Consejo de la Innovación (o Comité de Innovación) al que reporten, informen, pidan formación y ayuda; los otros Círculos de Innovación que se vayan creando.
Estos Círculos de Innovación podrán tener carácter regular, o bien, crearse para proyectos determinados. Cada empresa definirá lo que desea, o desarrollará lo que crea más conveniente.
Tanto en el Primer Círculo, como en el resto de Círculos de Innovación es conveniente la presencia de personas ajenas a la empresa, bajo cláusula de confidencialidad, que aporten una opinión no sesgada por los paradigmas propios de la empresa.
Este proceso de Innovación Continua con Círculos de Innovación no se obtiene de hoy para mañana, ni genera resultados a corto plazo; pero es necesario si se quiere tener una empresa innovadora que permanezca en el mercado y prospere en sus resultados.
Las palabras van cambiando su significado con el tiempo. Calidad, mejora continua está siendo reemplazada por innovación. La causa de ello es el uso inadecuado de palabras como calidad y mejora cuando se pervierten por quienes usándolas buscan una finalidad diferente y equivocada. No entendieron su significado.
El éxito de los círculos de calidad en Japón no se reflejó en Occidente. Deming ya lo advirtió: «copiando no se aprende». Su fracaso en occidente, salvo en empresas muy especiales que sí entendieron su finalidad, se debió a no haber sabido entender que el sistema de dirección empresarial en Japón era muy diferente del Occidental, lo que inhibía el éxito.
No entender que el comportamiento de las personas, en círculos con idénticas normas de funcionamiento en Japón y en Occidente estaba totalmente mediatizado por el modelo directivo fue el primer error.
El éxito del círculo depende de que la alta dirección dé ejemplo de una forma de comportamiento y creencias que permita a las personas el adecuado grado de creatividad e implicación. Si así se hace, llámese innovación o calidad, funcionará. De lo contrario, con cambiar el nombre no se logrará nada. Hay que cambiar e «innovar» el modelo de dirección como etapa previa. Un modelo que permita aflorar la creatividad intrínseca de las personas y que éstas sientan orgullo por su trabajo.
Pero nadie debe sentirse no escogido.
Excelente iniciativa Gian-Lluís,
Jordi Cabré
Jordi.
Gracias por tu comentario.
Estoy de acuerdo contigo, primero hay que cambiar el modelo de dirección y luego crear los Círculos de Innovación.
Por eso en mi post digo «Lo primero es definir y promover, si aún no la tenemos, una Cultura Empresarial Innovadora», y eso requiere un modelo de dirección que apoye unos valores acordes con esa cultura.
Si conseguimos que haya un cambio cultural, será el primer paso.
Las líneas tienen que cambiar tan sustancialmente, que de lo contrario no seremos necesarios ni mañana mismo.
Por lo tanto; por muchos círculos que podáis crear, si ninguno de ellos produce nada; todo es nada…
Un saludo